Alguien me dijo alguna vez que soy un incomprensivo, yo me defendi diciendo que simplemente era un tipo al que no le gustaba las vulgaridades humanas. Darío... un muy amigo.

Se me acusa de que yo me niego a ir en nada contra mí mismo

domingo, 17 de junio de 2007

DESENCUENTRO...

Esperando estaba.
Gente alrededor.
Calidez.
De pronto un momento sorprendió a otro.
La mirada se perdía. Buscaba ver lo que anhelaba.
Segundos.
Tiempo congelado que se disolvía en una brisa cortante.
El cristal impedía que las almas se viesen.
Pero no, una se había perdido.
Se mezcló con el susurro de la madrugada.
Arqueaba la esquina de los sueños truncados. Reprimidos.
Nada podría ya pasar.
El instante cayó rendido ante una fantasía.
Dulce y quieta.
Al menos en la apariencia del verse todavía.
Las voces seguían la línea.
Los pensamientos no.
Sensaciones no invocadas se hicieron presentes.
Otra realidad. Ilusión. Destellos de pensares nacían.
Hipótesis. Un océano de dimensiones irreconocidas.
Nunca vistas.
De pronto, a lo lejos luces titilaban.
Se intensificaban. Vientos las traían.
Detenimiento.
Las voces se agudizaban.
Se entremezclaban con el caos. Resonaban.
Se convertían en zumbidos.
Una inmersión automática.
Miradas efímeras, sin solidez. A la vez desesperadas. Agobiadas.
Resplandores tenues.
Algunas dejaban su marca.
Otras volaban y se enterraban en el torbellino de palabras.
Laberintos emergían.
En el templado sentir se asentaban.
Tomaban forma.
Un corte brusco se tornaba realidad.
Cruzamientos. Sobresaltos.
Una calle vacía. Nubes testigo. Caminos reconocidos.
Rostros constantes. Palabras habituales resonaban. Vida.
Sensaciones de haber perdido el encantamiento.
Un mismo lugar.
Amores de ensueño.
Alegrías de momentos queridos.
Ruptura y dolor prematuro.
Canalización y una vuelta a la persistente ilusión…


Por Marisol

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