Cómo reconocés a un duende en la inmensidad del caos de la metrópoli? Cómo lo encontrás en la infinidad de un mundo que derrocha locura?
Hallar un duende azul puede ser tan complejo como simple.
Está, siempre está. Pero no todos lo ven porque no saben como hacerlo.
Es tan diminuto que podría esconderse debajo de la solapa que marca la lectura en un libro de Cortázar. Sin embargo busca volar. Lo intenta remontando telas al infinito, balanceándose en altos trapecios o escalando zancos que lo trasladan por las nubes.
Si haces mucho silencio, es posible que logres escucharlo. Exhala murmullos, susurros imperceptibles dentro de esta atmósfera de estress y desconcierto. Pero sus palabras son expresiones auténticas de un alma pura. De un alma de diamante.
En su trayecto deja una oleada de colores, donde quieras que lo mires brilla, refleja y maquilla el mundo. Deja ese tinte de alegría que recuerdan a una eterna primavera.
Este duende se caracteriza por parecer un ser simple, hasta transparente. Pero no lo subestimes. En su esencia se constituyen miles de secretos, de temores y anhelos, que difícilmente lleguen a salir al mundo, que lo hacen impredecible, indescifrable y muchas veces paradójico.
Pensándolo bien, creo que será muy difícil encontrarlo. Ya que solo existe uno. Un solo duende azul que aparece y desaparece. Que ríe y que llora con la misma frecuencia que se embarca en aventuras. Tiene su propio cosmos, duende del aire.
Los duendes no envejecen. Crecen. Se hacen fuertes. Se vuelven invencibles.
Felicidades Pame. Muy feliz cumpleaños.