Alguien me dijo alguna vez que soy un incomprensivo, yo me defendi diciendo que simplemente era un tipo al que no le gustaba las vulgaridades humanas. Darío... un muy amigo.

Se me acusa de que yo me niego a ir en nada contra mí mismo

sábado, 10 de enero de 2009

Carta Alicante I

Que querés que te diga, otra noche sin poder dormir. Entonces me desvelo escribiéndote.
La noche silenciosa, la luz de la luna entra por la ventana, parece una jirafa de la calle. Yo mirando el techo jugando con las sombras, no te puedo mentir lloro como una magdalena. La oscuridad, el techo, lágrimas que corren por mi boca como dulces gotas de veneno sobre un labio dormido. Los párpados se me hinchan cada vez más. Ya sé lo que estás pensando ¿de qué te sirve? Y la verdad no te puedo contestar. Te miento y me miento a la vez. Lloro con odio y en mi pecho solo hay querer. No me digas la respuesta. Vuelvo a caer en la estupidez. Pero es solo un instante, porque te juro que no hay momento en que mi cabeza no piense en lo que debo hacer, en obligaciones y proyectos de vida. Pero solo con un instante todo se vuelve a desequilibrar. Es incontrolable, es una adicción. Lo peor de todo te digo y me rio de mi ingenuidad, es decir mi estupidez, soy solo para la noche, dama de la noche. Es para lo único que le puedo llegar a servir, como una puta triste del libro de García Márquez. Un número más de las noches de burdel de aquel periodista. Pero constante en la lista.
Y ahí otra vez llanto de lamento, sentimiento de menosprecio. Bronca por ser como el repuesto de una llanta pinchada, un parche (en este caso el agujero consolador). Pobre puta triste. Encima ni siquiera puta. En todo caso una loca. Pero si es como dice Arlt que al enloquecer una pobre alma abandona con gratitud los sufrimientos de esta vida, tampoco estoy loca. Porque no he abandonado nada. Las noches te cuento, son de un calor insoportable, para mi son frías y eternas, como si estuviera caminando en la luna. Frías porque el alma se congela de dolor y solo puede escaparse en llanto. Frías porque ya no siento el calor de mi sangre corriendo por mi cuerpo. Frías porque aquellas caricias y noches compartidas, fueron y son puras mentiras que me torturan y alimentan mi estupidez. Creo tener una definición: descarada estúpida triste. De repente me consuela saber que puedo llegar a no ser la única.
Decime si me equivoco, descarada y estúpida por ser usada concientemente, y triste por la melancolía que sufro por cuenta propia al querer a alguien estúpido de manera estúpida y conformista. Ahora me vino el sueño y he dejado de llorar. Aprovecho para dejar de pensar, espero de tu parte alguna contestación. En otra carta continuaré hablando de mi melancólica estupidez.

P/d: “Y nuevamente el pasado se levantó por pedazos ante sus ojos; la verdad que hubiera deseado escaparse de sí mismo, abandonar aquella vida que contenía su cuerpo y que la envenenaba” Roberto Arlt -Los siete locos

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hacete EMO....

Anabel Marisol dijo...

Cuando el Alma duele no hay hueco en el Universo que baste para esconderse...