Con qué tersa dulzura
me levanta del lecho en que soñaba
profundas plantaciones perfumadas,
me pasea los dedos por la piel y me dibuja
en le espacio, en vilo, hasta que el beso
se posa curvo y recurrente
para que a fuego lento empiece
la danza cadenciosa de la hoguera
tejiédose en ráfagas, en hélices,ir y venir de un huracán de humo-
(¿Por qué, después,lo que queda de míes sólo un anegarse entre las cenizassin un adiós, sin nada más que el gestode liberar las manos ?
Julio Cortázar---Salvo el crepúsculo 1984
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