No se engañen. Los duendes no desaparecen siempre están, solo se tornan invisibles a los ojos de todo ser normal.
Alguna veces solo quieren jugar escapando así al correr de los días. Tienen claras las reglas del juego pero muchas veces tienden a mezclarse con el azar. Es todo un riesgo, pero los duendes son arriesgados. Dan los pasos necesarios sabiendo que se pueden equivocar y perder. A veces el vicioso juego puede enredarlas como una gran telaraña, tornandose doloroso y nada divertido. Y así el juego se hace parte de la vida. Corretear, seguir saltando, apostando fichas y cartas. Siempre hay alguna jugada pícara, inocente y mística. Una de las cosas que debe quedar en claro es que un duende nunca le hace una mala jugada a alguien, nunca va por detrás para poder ganar. Los juegos de los duendes son limpios, nada de juegos macabros y maliciosos.
Liverpool vs Southampton
Hace 2 años
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