En ese instante nuestro universo se tornó tan surrealista. Los segundos empezaron a correr muy rápido –o demasiado lento, provocando quiebres en nuestra percepción, parecía un sueño –o una pesadilla?.
Las cosas no estaban nada bien, fuerzas extrañas se apoderaron de nosotros y desde sus hilos, cuales marionetas, nos hacían sentir emociones contradictorias, de esas que chocan y provocan explosiones, cuyo fuego nos consume trozos del alma.
Sus ojos nos miraron con odio, que mientras se canalizaba con palabras filosas, armas blancas que desangran lento para que se sufra; mientras, una línea de angustia, como un alter ego que lucha por sobresalir frente a la rabia, nos pedía auxilio.
Nos fuimos. Dejamos inconclusa esa historia. No entendía por qué sucedió todo aquel conflicto. Fueron segundos, pero cargados de tal intensidad que dejaron cicatrices en la piel.
¿Qué sucedió? todos nuestros demonios, esos que callamos y sepultamos en lo profundo, esos que nos avergüenzan, esos que aunque estén pinchando nuestro hombro buscando atención, los ignoramos; todos se pusieron de acuerdo y nos atacaron a la vez.
No debimos haber dejado que crecieran tanto, que se fortalezcan y tengan tal magnitud. Debimos haberlos liberado desde pequeños.
Nos tendríamos que proteger entre todas. Ahora estamos heridas
Por Andy (Swing con fuego: Pame y las chicas del taller. Aniversario del Centro Cultural Laberintos, 2 de sept))