
No se nos debe permitir ser tan ciegos y no ver los miles de vestigios que quedan de una época de terror, de dolor y muertes. Nos sentimos orgullosos de nuestra argentinidad cuando hablamos de deportes, de nuestros grandes intelectuales o artistas, e inclusive de "nuestra viveza criolla". Pero... en dónde metemos nuestros 30 mil desaparecidos? nuestras abuelas y madres de plaza de mayo?, nuestros militantes, estudiantes y trabajadores torturados y asesinados? nuestros represores: Videla, Massera, Astiz? nuestra deuda externa millonaria? nuestros caidos en Malvinas? nuestro miedo a hablar? nuestro Jorge Julio López?
Todo esto nos hace argentinos.
"Es la desigualdad ante la ley la que ha hecho y sigue haciendo la historia real, pero la historia oficial no la escribe la memoria, sino el olvido. Bien lo sabemos en América Latina, donde los exterminadores de indios y los traficantes de esclavos tienen estatuas en las plazas de las ciudades, y donde las calles y las avenidas suelen llamarse con los nombres de los ladrones de tierras y los vaciadores de arcas públicas.
Como a los edificios de México que se derrumbaron en el terremoto del '85, a las democracias latinoamericanas les han robado los cimientos. Sólo la justicia podría darles una sólida base de apoyo para poder pararse y caminar, pero en lugar de justicia tenemos amnecia obligatoria. Por regla general, los gobiernos civiles se están limitando a administrar la injusticia, defraudando las esperanzas de cambio, en países donde la democracia política se estrella continuamente contra los muros de las estructuras económicas y sociales enemigas de la democracia.
En los años sesenta y setenta, los militares asaltaron el poder. Para acabar con la corrupción política, robaron mucho más que los políticos, gracias a las facilidades de poder absoluto y gracias a la productividad de sus jornadas de trabajo, que cada día comenzaban muy tempranito, al toque de la diana. Años de sangre, mugre y miedo: para acabar con la violencia de las guerrillas locales y d elos rojos fantasmas universales, las fuerzas armadas torturaron, violaron o asesinaron a cuanta gente encontraron, en una cacería que castigó cualquier expresión de voluntad humana de justicia, por inofensiva que pudiera parecer."
Eduardo Galeano -Patas Arriba-


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